El incontenible deseo de emprender

Ezequiel vive en Villa General Savio y cuando se propone algo, siente que nada lo limita. Un “cabeza dura”, dirían los de otra generación. Es que a sus 22 años, después de que la secundaria no le llamara demasiado la atención, decidió emprender un negocio en el que no tuviera que hacer trabajo de oficina: él es un hombre de acción.

Arrancó investigando y se dio cuenta que en su localidad nadie se dedicaba a hacer bloques de cemento. Desde ahí, estos últimos 3 años pasaron muy rápido: comprar su primer molde online, que apareciera un amigo que le regale otro, que un conocido de su papá le financie la compra de una máquina semiautomática, los primeros encargos y un presente en el que no solo produce 100 bloques por jornada sino que necesita un terreno para producir más.

“Mi meta pendiente es terminar el secundario, porque ahora entiendo que me sirve. Dios ayuda a que sucedan las cosas y trabajar me enseñó sobre responsabilidad, compromiso y el valor de la palabra.

Podría cobrar una pensión, pero no quiero porque va en contra de mi forma de pensar. Ahora quiero darle la oportunidad a gente como yo a que no le ponga límites a nada”, dice sin titubear. Es que a Ezequiel, hijo de un vigilador y una empleada doméstica, nada lo detiene.

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